Como punto de partida la consulta con un profesional de la salud
especializado en el tema contribuirá a definir un peso saludable y
posteriormente y en forma conjunta, los objetivos y metodología para cada
persona en particular.
Es importante que estemos dispuestos a lograr un
cambio en el estilo de vida que nos condujo al exceso. Seguramente tengamos que
revisar la elección del tipo de comida, la cantidad, los métodos de cocción, la
actividad física que realizamos, la forma de comer, entre otras cuestiones.
Empezar de esta manera ayudará a evitar
frustraciones. Lograr un peso saludable y estable requiere de esfuerzo,
voluntad, paciencia y motivación personal, lo que poco a poco nos conducirá a
tener una mejor calidad de vida.
Bajar los kilos de exceso de manera rápida, no nos
permite acostumbrarnos a una nueva forma de alimentarnos. Con un descenso
progresivo logramos ir adoptando nuevos hábitos, más saludables y perdurables
en el tiempo.
El peso que observamos en la balanza es la suma de
todos los componentes corporales; el agua, los huesos, la masa muscular, los
órganos, y también del tejido adiposo.
Lo que buscamos cuando queremos adelgazar es disminuir
la grasa corporal, pero sin perder la masa muscular y el agua.
La masa muscular nos protege y previene enfermedades cardiovasculares.
El agua permite que todas las reacciones químicas que suceden en el organismo puedan llevarse a cabo.
La masa muscular nos protege y previene enfermedades cardiovasculares.
El agua permite que todas las reacciones químicas que suceden en el organismo puedan llevarse a cabo.
Dietas de muy bajo valor calórico y sin control
nutricional pueden conducirnos a la pérdida de músculo y de agua generando
consecuencias negativas para la salud.
En cualquier plan para bajar de peso debemos
comer, como primer principio. No es correcto saltear las comidas principales, e idealmente no hay que
esperar más de cuatro horas entre cada una.
Se deben incorporar con los alimentos todos los
nutrientes esenciales, los carbohidratos, las proteínas, las grasas, las
vitaminas y los minerales. Consumir alimentos de todos los grupos, como los
cereales integrales y subproductos, las legumbres, semillas, los lácteos
descremados, las carnes magras, rojas y blancas, el pescado, los huevos, los
aceites crudos y los frutos secos.
No es bueno clasificar a los alimentos en
permitidos y prohibidos, ya que todos los alimentos se podrán consumir dentro
de una dieta variada y adecuada al plan. Esto permite generar una buena
relación con el alimento y evitar estados de ansiedad que se generan justamente
cuando existen los restringidos y permitidos.
Consultar siempre con un nutricionista o médico especializado. Las
dietas no pueden ser estándares, ya que no todas las personas comen los mismos
alimentos, ni viven del mismo modo. Buscar asesoramiento personalizado y
profesional.
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